martes, 28 de abril de 2015

Quien soy


Prólogo

Estaba sentado en la orilla de su cama, quitándose la camiseta frente al espejo, lo hizo lentamente, le gustaba su aspecto en ese lapso de tiempo en el que su torso quedaba medio descubierto, siempre se desnudaba mirándose al espejo, su propio cuerpo le parecía muy erótico. Colocó la camisa en la orilla, sin evitar que su vista periférica siguiera sus movimientos reflejados, pasó la mano por su cabello solo por tener un pretexto para visualizar ese pequeño músculo que se le formaba al doblar el brazo, él estaba consciente de que  cada parte de su cuerpo estaba marcado por finas líneas y hendiduras que hacían notar el esfuerzo físico al que se sometía todos los días, a pesar de ser extremadamente delgado no había lugar para la flacidez.

Se paró de pronto, bajó sus pantalones y los dejó junto a su otra prenda, le gustaba como le quedaban esos boxers eran ajustados y resaltaban el bulto de su entrepierna, en ese estado sacó su toalla y la ropa que se pondría, todo lo hizo como si pusiera mucha atención a lo que estaba haciendo pero en realidad estaba pendiente de cada uno de sus propios movimientos, lo hacía casi con parsimonia, esos bóxer definitivamente lo hacían sentir el hombre más sexy sobre el planeta, inflaban su ego, le traían unas enormes ganas de follar.

Abrió cuidadosamente la puerta de su habitación, su familia había salido a hacer las compras pero quería asegurarse que de verdad estaba solo, esperó unos momentos bajo el umbral y al no escuchar ningún tipo de ruido decidió salir al pasillo con toalla en mano, se quitó ahí mismo la última prenda que traía sobre el cuerpo, la arrojó dentro de la habitación y caminó hacia el baño completamente desnudo, lo hacía porque aumentaba su lívido, pero se preguntaba por qué nunca había logrado quedar satisfecho, se atrevería a  asegurar que su mano le daba mas placer que cualquier mujer que había tenido la dicha de caer en sus manos.

Tal vez le faltaba conocer el amor para experimentar el verdadero placer, aunque no era un sentimiento que le interesara mucho conocer, siempre había estado totalmente a gusto sin compartir vida sentimental con alguien, de todos modos nunca le faltaba compañía ni actividades con las cuales entretenerse.

Entró al cuarto de baño en donde miró largamente el reflejo de su cara, sus ojos se percibían a si mismos mas penetrantes, recorrió sus facciones lentamente, le gustaban sus labios, sus cejas, sus ojos y las líneas que se dibujaban cerca de su boca al sonreír, definitivamente se consideraba un hombre guapo.

Se metió a la bañera, las sales relajantes y las aromáticas causaban adormecimiento gracias a la alta  temperatura que se esparcía en forma de vapor por todo el cuarto, cerró los ojos  al momento que una pequeña sonrisa se formaba en su rostro, soltó un suspiro muy parecido a un gemido y arqueó su espalda, le encantaba hacer eso en la bañera, lo hacía sentir libre.

Media hora mas tarde Yuri salió del baño con la toalla enrollada en el cuerpo y se dirigió hacia su habitación donde se secó delicadamente, finalmente se descubrió para ponerse crema en todo el cuerpo, tomó la camisa que había sacado previamente y despidiéndose de la agradable vista de su cuerpo desnudo se la colocó, se puso también un pantalón gris y zapatos negros, podía pasarse horas arreglándose pero no había tiempo esa vez, se peinó como mejor pudo con la secadora ya que era bastante impaciente para aquellas cosas.

Su celular sonó sobresaltándolo, el timbre había interrumpido un pensamiento, era Takaki quien ya se encontraba fuera de la casa del muchacho, éste tomó sus llaves y su cartera, los metió al bolsillo de su pantalón y se marchó.

Estaban los 9 reunidos en un karaoke, hacía unos días que Ryutaro se había ido al extranjero. Se estaba divirtiendo bastante, todos se conocían de años, podían hablar de cosas triviales y reírse de las mismas aunque no causaran gracia, tenían esa dinámica tan familiar entre todos que lo aburrido era divertido con ellos. De pronto la puerta se abrió, era Inoo quien había salido hacía media hora, pero al parecer no regresaba solo, venía acompañado de tres chicas, una era del tipo kawaii y las otras dos parecían un prototipo de pies a cabeza de una mujer fatal. Yuri hizo una mueca de fastidio que poco intentó ocultar, pero no diría nada, algunos de sus compañeros se mostraban emocionados por la presencia de aquellas mujeres.

Tenían esas piernas que aunque no tuvieran mucha carne parecían flácidas, él sabía que probablemente ellas hicieran mucho ejercicio y por lo tanto  los músculos firmes, pero no podía evitar pensar que no le gustaban ese tipo de piernas, miró sus hombros, sus blusas no dejaban ver mucho pero pudo notar que sus clavículas se marcaban incluso en la ropa lo cual agradó al muchacho, pero su espalda, sus hombros, no le provocaban ningún tipo de excitación como seguramente si a sus compañeros, tal vez un poco mas marcadas de músculos… pero no, eso no sería femenino, de hecho demasiado masculino y eso le asustó de sobremanera cuando no pudo evitar pensar en la espalda bien trabajada de Yuto, o en las abdominales de Yama-chan.

sábado, 7 de marzo de 2015

El otro

Este es un shot que escribí hace tiempo, lo publiqué en el blog de una amiga pero decidí que sería bueno empezar poniéndolo, espero les guste y por favor comenten.

El líquido se sentía caliente como una suave gota de lluvia relativamente más espesa, su textura  hacía que mis dedos se resbalaran y era demasiado molesto, el olor era fuerte produciendo en mi una necesidad de probar, me apresuré a chupar fugazmente mi dedo manchado de aquella sustancia que mi cuerpo despedía después de mi danza. Cuando mi lengua entró en contacto con aquella sustancia mis ojos se ensombrecieron una milésima de segundo casi imperceptible, un brillo efímero se asomó por detrás de una mirada concentrada. Funcionó como un catalizador, su esencia me cambiaba hasta quedar liberado,  y bajo mi naturaleza la elegancia parecía letal.

Sentía el cuerpo más pesado consiguiendo así un mejor equilibrio, mis movimientos se volvieron mas rápidos y precisos, y pronto pude rozar su piel hasta salpicar nuestras ropas de color.

-Ya está bien Nakajima- Escuché una voz gruesa que trasmitía autoridad y me paré en seco.

Dejé de sentirme pesado y poco a poco la presión disminuyó hasta dejarme tan ligero que podía volar. Entonces una gota fresca recorrió mi frente despertándome así del trance. Me pareció haber llegado de un largo viaje, sin saber nada ni conocer a nadie, tuve la sensación de estar mirando todo desde lejos a través de un espejo empañado.

-¿No me escuchaste Nakajima?- La voz autoritaria se escuchó estruendosa de golpe. Me estaba gritando.

Fui plenamente consciente de mis extremidades, me ardía la man derecha y la izquierda apretaba con tanta fuerza que dolía. Mis sentidos volvieron a turbarse cuando vi el color rojo resbalando hasta gotear impactando con un ruido sordo en el piso. ¿Cómo había llegado eso a mi mano? los recuerdos volvían en forma de imágenes.

Escuché un quejido, mi compañero de entrenamiento estaba tirado en el suelo, en realidad muy cerca de mi, y yo, yo estaba sosteniendo un cuchillo cerca de  su cuello, lo siniestro no era eso, era la elegancia y pulcredad con la que mis dedos tomaban el mango casi logrando un gesto majestuoso.

Hice mi rutina sin decir una sola palabra, mi irritabilidad aún se sentía afilada y procuré ignorar las miradas curiosas. Guardé mis cosas y me cambié lentamente, sin hacer ruido.

- No parecía Nakajima, siempre se trasforma y eso es potencial en estos deportes- comentó el entrenador desde el pasillo, se escuchaba porque su voz era grave y fuerte.

Me miré al espejo antes de salir de aquel lugar, los deportes extremos siempre se me dieron bien pero...
en éste daba miedo estar cerca de mi, exploré mis ojos en busca de un signo de maldad, pero no pude encontrar más que los ojos de un hombre de 20 años que miraban transparentes, ya era yo otra vez, o tal vez mi otro yo.