sábado, 7 de marzo de 2015

El otro

Este es un shot que escribí hace tiempo, lo publiqué en el blog de una amiga pero decidí que sería bueno empezar poniéndolo, espero les guste y por favor comenten.

El líquido se sentía caliente como una suave gota de lluvia relativamente más espesa, su textura  hacía que mis dedos se resbalaran y era demasiado molesto, el olor era fuerte produciendo en mi una necesidad de probar, me apresuré a chupar fugazmente mi dedo manchado de aquella sustancia que mi cuerpo despedía después de mi danza. Cuando mi lengua entró en contacto con aquella sustancia mis ojos se ensombrecieron una milésima de segundo casi imperceptible, un brillo efímero se asomó por detrás de una mirada concentrada. Funcionó como un catalizador, su esencia me cambiaba hasta quedar liberado,  y bajo mi naturaleza la elegancia parecía letal.

Sentía el cuerpo más pesado consiguiendo así un mejor equilibrio, mis movimientos se volvieron mas rápidos y precisos, y pronto pude rozar su piel hasta salpicar nuestras ropas de color.

-Ya está bien Nakajima- Escuché una voz gruesa que trasmitía autoridad y me paré en seco.

Dejé de sentirme pesado y poco a poco la presión disminuyó hasta dejarme tan ligero que podía volar. Entonces una gota fresca recorrió mi frente despertándome así del trance. Me pareció haber llegado de un largo viaje, sin saber nada ni conocer a nadie, tuve la sensación de estar mirando todo desde lejos a través de un espejo empañado.

-¿No me escuchaste Nakajima?- La voz autoritaria se escuchó estruendosa de golpe. Me estaba gritando.

Fui plenamente consciente de mis extremidades, me ardía la man derecha y la izquierda apretaba con tanta fuerza que dolía. Mis sentidos volvieron a turbarse cuando vi el color rojo resbalando hasta gotear impactando con un ruido sordo en el piso. ¿Cómo había llegado eso a mi mano? los recuerdos volvían en forma de imágenes.

Escuché un quejido, mi compañero de entrenamiento estaba tirado en el suelo, en realidad muy cerca de mi, y yo, yo estaba sosteniendo un cuchillo cerca de  su cuello, lo siniestro no era eso, era la elegancia y pulcredad con la que mis dedos tomaban el mango casi logrando un gesto majestuoso.

Hice mi rutina sin decir una sola palabra, mi irritabilidad aún se sentía afilada y procuré ignorar las miradas curiosas. Guardé mis cosas y me cambié lentamente, sin hacer ruido.

- No parecía Nakajima, siempre se trasforma y eso es potencial en estos deportes- comentó el entrenador desde el pasillo, se escuchaba porque su voz era grave y fuerte.

Me miré al espejo antes de salir de aquel lugar, los deportes extremos siempre se me dieron bien pero...
en éste daba miedo estar cerca de mi, exploré mis ojos en busca de un signo de maldad, pero no pude encontrar más que los ojos de un hombre de 20 años que miraban transparentes, ya era yo otra vez, o tal vez mi otro yo.